Uno de los empleados de la Unidad Gobernador que conducía el entonces subsecretario Diego Correa, dio cuenta de las intimidaciones y las tareas bajo amenazas que sufrían los empleados de esa dependencia por orden de quien es el jefe de la asociación ilícita que ahora está sometida a juicio oral por la llamada causa “Embrujo”. También albañiles que trabajaban en Casa de Gobierno pero que recibían horas extras a cambio de trabajar en la casa particular de Correa, manifestaron sentirse amenazados.

Las declaraciones de los testigos se realizaron cerca del mediodía de este jueves en la tercera jornada del juicio oral que se realiza en la sala 2 de la Oficina Judicial de Rawson.

Alexis Gabra formó la empresa Sepat SRL siendo empleado del Banco Río. Lo hizo para poder facturar la venta de ladrillos que realizaba por la tarde. Al comenzar a trabajar en la Unidad Gobernador que conducía Diego Correa, decidió vender la empresa a su compañero de trabajo en ese lugar, Diego Luters. Lo hizo a través de su contador Diego Gatica. Se pactaron 90.000 pesos. “Antes de la venta de la empresa le vendí 3.600 ladrillos a Diego Correa. Los ladrillos fueron llevados a Playa Unión”, detalló.

Pero también Gabra dio cuenta de que en algunas oportunidades se sintió “intimidado” por sus superiores para la firma en especial de expedientes puntuales. Se refería a las presiones que recibía de Luters para elevar expedientes vinculados con la necesidad de determinados contrataciones para reparar las viviendas oficiales. Dio cuenta de que las presiones eran de Luters pero se originaban en Correa. “El trato en el día a día cambiaba. Sentí que si no firmaba me quedaba sin trabajo”, dijo al Tribunal del Juicio. “Todos los empleados vivíamos bajo esa amenaza. Nos iban a echar y lo escuché de boca de Diego Correa desde una oficina continua”, detalló ante una pregunta puntual del querellante Eduardo Hualpa. “Luters no se negaba a cumplir las tareas que pedía Correa, pero si nosotros nos negábamos, podíamos perder el trabajo”, agregó.

Militancia
Sin que las partes le pregunten, el testigo Andrés López contó que para trabajar en casa de Gobierno “tuve cinco años realizando tareas de militancia para Mario Das Neves. A Chito Alarcón le dije que necesitaba trabajo porque me cagué de frío militando. A Luters le agradezco porque me dio el trabajo”, indicó.

Trabaja en la Unidad Gobernador en tareas de mantenimiento desde hace tres años. Por orden de Luters, realizó tareas de pintura en la casa particular de Diego Correa en Playa Unión. Dijo que le advirtió a Luters que no correspondía trabajar en una casa particular. “Como te pusimos te sacamos, me dijo Luters y yo con una nena de tres meses, tuve miedo de quedarme sin trabajo. Lo tomé como una amenaza”, dijo. Agregó que “nos pagaron con horas extras mediante el cajero automático”.

La madre de Pablo Báez era empleada en la casa de Diego Correa. A través de ella el ex funcionario ahora imputado, hizo ingresar al joven que se hallaba desocupado. Las tareas serían las de mantenimiento en la Casa de Gobierno, bajo las órdenes de otro de los imputados, Diego Luters, secretario de Correa. Trabajaba por la tarde especialmente en tareas de pintura. No recordó con claridad donde quedaba la casa de dos plantas donde también le encomendaron que realice tareas de pintura. Jorge Hugues fue otro testigo de la jornada que declaró para dar cuenta de sus trabajos de albañilería, en este caso, bajo las órdenes de otro de los imputados “Tato” Ramón.

Por su parte Juan Luden dio cuenta de haber comprado a Diego Correa una camioneta Toyota Hilux por la que pagó 600 mil pesos al contado. Fue en enero del año 2018 cuando la investigación ya estaba avanzada y según los fiscales el grupo había comenzado a deshacerse de sus bienes.